DESPUÉS DEL FUEGO
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El colonialismo de Le Guin

¿Qué sucedería si se colonizara un planeta deforestando todos sus bosques y esclavizando a los pacíficos nativos que lo habitan? Esta es la idea que subyace en El nombre del mundo es Bosque. La llegada de los humanos de la Tierra al planeta Athshe, que significa «mundo» y «bosque» para los nativos, traerá consigo un cambio radical en la vida de sus habitantes: una nueva visión que les impedirá volver a ser como antes de la colonización.

El nombre del mundo es Bosque es una obra de ciencia ficción utópica escrita por Ursula K. Le Guin (1929–2018). Publicada originalmente en 1972 y ganadora del premio Hugo en 1973, la novela se sitúa en el universo literario del Ecumen, un ciclo de novelas y cuentos interconectados en los que la autora trata temas de antropología, política, género, ecología y espiritualidad a través de viajes interestelares y encuentros entre diferentes culturas.

Dentro del universo del Ecumen, se encuentran dos de las obras más relevantes de la autora: La mano izquierda de la oscuridad y Los desposeídos, que también exploran temas de política y cultura, pero desde otras perspectivas y en diferentes planetas.

Le Guin es una autora estadounidense conocida por su profundidad filosófica y su capacidad para crear mundos imaginarios y explorar nuevas formas de pensar sobre la humanidad. Además de su trabajo literario, Le Guin es reconocida como activista por los derechos de las mujeres, la justicia social y el medioambiente, y sus escritos reflejan el compromiso con estos temas.

 

Una narración multiperspectiva

El libro está estructurado en ocho capítulos y está narrado desde tres puntos de vista distintos, de forma que los capítulos se alternan según la visión de los protagonistas de la historia: Don Davidson, el capitán de la colonia al frente del Campamento Smith, Raj Lyubov, el antropólogo pacifista, y Selver, nativo de Athshe, amigo de Lyubov y líder de la resistencia contra el colonialismo de los humanos de la Tierra.

El enfoque narrativo múltiple, unido a unos personajes diferentes y únicos, le confiere a la novela realismo, volumen y dinamismo. Se distingue el tono agresivo y expansionista de los capítulos focalizados en el capitán Davidson del tono poético y trascendental del nativo Selver.

En cuanto al lenguaje, destaca el uso del monólogo interior para mostrar los pensamientos de los personajes en primera persona sin utilizar las clásicas comillas del discurso directo.

Por último, entre los temas que trata el libro, están el ecologismo y el colonialismo, así como la amistad y la percepción de la realidad como tiempo-mundo y tiempo-sueño de los habitantes de Athshe.

La utopía del planeta Athshe

Fredric Jameson, en el ensayo Arqueologías del futuro: El deseo llamado utopía y otras aproximaciones de ciencia ficción (Akal, 2015, pág. 28), se refiere al taoísmo de Le Guin como un remedio ecológico para una modernidad fundamentalmente agresiva y destructiva.

Ficha técnica del libro

  • Título: El nombre del mundo es Bosque
  • Autora: Ursula K. Le Guin
  • Editorial: Minotauro
  • Año de edición: 2021
  • Lugar de edición: Barcelona
  • Fecha de publicación: 28/04/2021
  • Traducción: Matilde Horne
  • N.º de páginas: 160

En la novela, los athshianos, los habitantes nativos del planeta Athshe, Nueva Tahití para los colonos, representan la utopía. Es un pueblo que respeta el equilibrio ecológico y vive en comunidades pequeñas sin un liderazgo jerárquico o centralizado. Ven la violencia como algo contrario a la vida y no tienen un concepto de guerra o agresión. Además, tienen una conexión profunda con los sueños, que consideran un medio de comunicación con el mundo espiritual y una fuente de conocimiento.

Sin embargo, la autora, lejos de centrar su historia en la vida pacífica de los athshianos, pone el foco en el conflicto: la violencia que irrumpe en el planeta Athshe. Jameson analiza en Arqueologías del futuro (pág. 327) el contexto histórico que influyó a Le Guin:

«El nombre del mundo es bosque» es (junto con Los oscuros años luz de Aldiss) una de las principales denuncias del genocidio estadounidense en Vietnam dentro de la ciencia ficción. Pero sigue siendo una visión ética, no socioeconómica, del imperialismo, y su última frase amplía la culpa de la violencia incluso a esa guerra de liberación nacional cuyo triunfo acaba de mostrar: «Quizá después de mi muerte la gente sea como era antes de que yo naciese, y antes de vosotros vinieseis. Pero no lo creo». Pero si no hay una violencia justificada, entonces la larga tarde y el crepúsculo de la Tierra resultarán ser esa onerosa distopía que los escritores de ciencia ficción siempre han esperado que sea.

El colonialismo de Le Guin

Vandana Shiva y Maria Mies, en el ensayo Ecofeminismo (Editorial Icaria, 2014, edición ampliada), hablan del colonialismo del hombre blanco no como algo del pasado, sino como una situación que sigue existiendo hoy en día. Aunque el libro fue publicado originalmente en el año 1993, esta edición ampliada pone de manifiesto que las problemáticas relacionadas con la violencia hacia la naturaleza, las mujeres y los pueblos colonizados, que trataron en su día, siguen vigentes; problemáticas que ya preocuparon a Le Guin en los años 70 y que dejó recogidas en El nombre del mundo es Bosque.

En este sentido, la novela da comienzo con la visión del capitán Davidson, el antagonista de la historia, cuya personalidad queda bien retratada en la siguiente cita:

Pero Davidson no entendía por qué había que desperdiciar tanto espacio en árboles en un cultivo de soja, si se trabajaba la tierra en forma verdaderamente científica. En Ohio no era así: si uno quería cereales sembraba cereales, y nadie malgastaba terreno en árboles y pamplinas. Aunque por otro lado la Tierra era un planeta domado, y Nueva Tahití no lo era. Pero justamente para eso estaba él allí, para domarlo (pág. 8).

El nombre del mundo es Bosque plantea una serie de dualidades entre los intereses de los colonos de la Tierra y el pueblo nativo de Athshe. Para los athshianos, el bosque, la tierra, es un lugar sagrado; mientras que para los colonos es un espacio por conquistar. Pero también plantea una división entre los hombres y las mujeres de la Tierra y los hombres colonos y las mujeres nativas. Maria Mies manifiesta que la sociedad capitalista, patriarcal e industrial se basa en dicotomías fundamentales entre Hombre y Naturaleza, Hombre y Mujer, Ciudad y Pueblo, Metrópolis y Colonia, Trabajo y Vida, Naturaleza y Cultura y así sucesivamente. A todas estas dualidades, las llama «colonizaciones» (Ecofeminismo, pág. 248).

Estas dicotomías siguen existiendo hoy en día, donde hay una clara diferencia entre la visión de los países del Norte y los pueblos del Sur de la Tierra. En este aspecto, las problemáticas tratadas en El nombre del mundo es Bosque siguen vigentes en el siglo XXI, por lo que puede resultar de interés para quienes disfruten con la lectura de temas medioambientales con perspectiva de género.

Descubre más

Si te gusta esta reseña, no te pierdas el artículo Ecotopía, la utopía ecologista de Ernest Callenbach.

Mi opinión

Cuando llegué a El nombre del mundo es Bosque, ya había leído Los desposeídos y La mano izquierda de la oscuridad. Sin embargo, a diferencia de estas obras, El nombre del mundo es Bosque encierra un mensaje muy impactante: el sacrificio de la resistencia. A través del personaje de Selver se verá el precio que se ha cobrado la resistencia a la colonización del planeta Athshe. Como cualquiera que haya leído alguna de las obras más representativas de Le Guin sabrá, su lectura no le va a dejar indiferente.

En cuanto al valor narrativo, es un libro que mantiene un buen equilibrio entre el manejo del tiempo, los escenarios y los personajes. Es decir, teniendo en cuenta que es una novela corta, tiene un buen manejo de estos elementos para la historia que se quiere contar. Por lo demás, como es habitual en la literatura de Le Guin, la novela, más allá de la acción, es una obra cargada de simbolismo y reflexión donde la ambientación tiene un protagonismo especial. Tanto es así que el título de la novela trasciende a la propia historia.

En conclusión, recomiendo esta obra para cualquier persona sensible y concienciada con los ecosistemas humanos, así como para quienes quieran acercarse al universo utópico de Le Guin. En menos de doscientas páginas, se puede experimentar el significado de leer a esta autora reconocida por su visión antropológica y metafísica del mundo.

Letra Utopía

Letra Utopía es mi blog literario. Cada mes publicaré reseñas de obras de ficción especulativa y otros libros que me vienen acompañando desde que empecé mi primera novela. En el próximo post reseñaré El fin de la infancia de Arthur C. Clarke.

Arthur C. Clarke es un autor de reconocido prestigio en el género de la ciencia ficción y la literatura de ideas. La visión de una raza alienígena que interfiere en la evolución del ser humano es recurrente en las obras de Clarke. Lo vemos en 2001: Una odisea en el espacio y está presente también en El fin de la infancia.

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¡Nos vemos en el próximo post!

CRISTINA R. YEBRA
/Autora de utopías


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