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La ilusión de la realidad

La mirada subversiva de Margaret Cavendish desafía géneros literarios, roles de género y cosmovisiones en una extensa producción de obras de ficción y no ficción donde imbrica la ciencia y la filosofía.

El mundo resplandeciente comienza con el secuestro de una dama joven y bella. El responsable, un mercader extranjero, de rango inferior y enamorado de ella, decide embarcarla en una nave llena de marineros. Pero, en su recorrido, las adversidades climáticas los lleva hacia el Polo Norte y todos los tripulantes mueren congelados menos la dama.

A partir de este momento, la dama emprende una travesía que la llevará a otro mundo: el Mundo Resplandeciente. Allí encontrará a seres extraños, una especie de híbridos entre animales y humanos, que, por su belleza, la conducirán ante el emperador. Este la cree una diosa y decide casarse con ella y otorgarle poder absoluto para gobernar. Es así como la dama se convierte en emperatriz.

El mundo resplandeciente es una novela de ficción utópica escrita por Margaret Cavendish (1623–1673) y publicada originalmente en 1666. Con su libro, se cierra el ciclo «Obras utópicas y simbolismo», dedicado a escritores utópicos de los siglos XVI y XVII, cuyos textos tienen en común la simbología detrás de las utopías al margen de la literalidad y la visión sociopolítica que interpretaron sus contemporáneos.

Sobre esta autora, Maria Antònia Martí Escayol1 expone lo siguiente: «La mirada subversiva de Margaret Cavendish desafía géneros literarios, roles de género y cosmovisiones en una extensa producción de obras de ficción y no ficción donde imbrica la ciencia y la filosofía con temas sociales, políticos e identitarios propios de su coyuntura histórica y vital. Su mayor deseo era que los “cuerpos de papel”, como definía a sus manuscritos, resplandecieran más allá de su muerte. Sin lugar a dudas, el deseo le ha sido concedido» (p. 9).

Duquesa de Newcastle

Margaret Cavendish, duquesa de Newcastle, fue una de las figuras intelectuales más singulares del siglo XVII. Su vida transcurrió en un contexto convulso, marcado por la Revolución inglesa, la guerra civil (1642–1649), la proclamación de la República y la posterior restauración de los Estuardo en 1660 (Martí Escayol, p. 9).

Nacida en el seno de una familia noble, pasó su juventud en la campiña inglesa, donde comenzó a escribir observando con atención el entorno natural. Durante el exilio monárquico acompañó a la reina Enriqueta María de Francia en París, experiencia decisiva para su concepción del liderazgo femenino y la teatralidad del poder.

Contrae matrimonio con William Cavendish, futuro duque de Newcastle, en 1645, con quien participó en los círculos científicos y filosóficos más destacados del continente, como el Círculo de Cavendish-Newcastle, donde coincidió con Thomas Hobbes, René Descartes o Pierre Gassendi.

En este ambiente, desarrolló su «compleja filosofía científica, decantada hacia el racionalismo y fundamentada en un materialismo vitalista» que concebía la naturaleza como «una entidad eterna, infinita y compuesta por materia animada, pensante y en movimiento».

Cavendish, Bacon y Merchant

Como Francis Bacon, Cavendish «defiende el uso de la imaginación en el ámbito de la razón», aunque se opone al mecanicismo baconiano al considerar que la técnica no debe dominar la naturaleza, sino comprenderla (Martí Escayol, pp. 41–42).

A este respecto, su pensamiento dialoga también con el de Carolyn Merchant, quien interpreta el siglo XVII como el momento en el que «muere la naturaleza» por efecto del mecanicismo antropocéntrico.

Frente a ese enfoque, Cavendish propone una alternativa que la convierte, según Martí Escayol, en «la máxima representante del protoecofeminismo».

Su obra, que fusiona ciencia, filosofía y ficción, constituye una de las primeras reflexiones modernas sobre el conocimiento, la creatividad y la identidad femenina en el pensamiento occidental.

Entre lo alegórico y lo filosófico

La edición de Siruela cuenta con un estudio preliminar de Maria Antònia Martí Escayol titulado: «El Mundo Resplandeciente, una mirada tras las bambalinas del siglo XVII», citado con anterioridad. Y la novela en sí está precedida de dos prefacios de la autora y cierra con un epílogo también de la autora.

El libro se estructura en dos partes: el viaje de una dama secuestrada que, después de un naufragio, accede por el Polo Norte a un universo paralelo —el «Mundo Resplandeciente»—, y su posterior regreso a la Tierra para intervenir en los conflictos de su país.

La protagonista, coronada emperatriz en este nuevo mundo, gobierna sobre una sociedad pacífica y jerarquizada compuesta por híbridos —hombres-oso, hombres-pez, hombres-araña—, cada uno con una función científica o filosófica. Su ascenso simboliza la afirmación de una voz femenina soberana.

El narrador es la voz de la autora y uno de los personajes de la historia: la duquesa de Newcastle, quien, en tercera persona, adopta progresivamente el punto de vista de la dama. De manera que, en el nuevo territorio, «por primera vez la perspectiva de la narración es la suya» (p. 21).

Esta centralidad femenina convierte el relato en un ejercicio de autoconciencia. El tono, a medio camino entre lo alegórico y lo filosófico, alterna la descripción maravillosa con el discurso especulativo, donde la imaginación actúa como principio de orden y conocimiento.

Mezcla de géneros literarios

Cavendish mezcla géneros literarios para hablar de filosofía, ciencia y tratar temas políticos, sociales e identitarios. En este sentido, Martí Escayol manifiesta:

[…] una obra escrita desafiando elementos narrativos y argumentales propios de la utopía y del romance donde, tomando la ficción como filosofía de producción científica, se enlaza ficción con discurso científico, político y social. Para algunos críticos las características narrativas de la obra permiten incluirla dentro del género de la ciencia ficción […] —por el discurso de la utilidad de la ciencia y la tecnología—, o de lo fantástico —por desarrollar una narración realista para describir fenómenos sobrenaturales […]— (p. 12).

Una obra precursora

A su vez, Martí Escayol destaca la novela de Cavendish como precursora de corrientes feministas y ecologistas, entre otras. Y refiere lo siguiente:

La originalidad de su obra y su proximidad con las propuestas contemporáneas han hecho que, para algunos, pueda calificarse de protofeminista, protoecologista, protoposmoderna o protocibernética (p. 12).

Pero, más allá del ejercicio discursivo, El mundo resplandeciente recuerda a una obra de teatro donde la estética juega un papel importante en la experiencia visual, en este caso, lectora.

Una mirada tras las bambalinas del siglo XVII

La utopía concebida por Margaret Cavendish es una construcción literaria que integra la ciencia, la filosofía y la imaginación en un planteamiento que subvierte los discursos de autoridad del siglo XVII.

Este relato no solo proyecta un ideal político y social, sino que sugiere, además, una forma de conocimiento alternativa donde la armonía y la razón son los pilares del orden universal. Cavendish articula un modelo de mundo que se sustenta en la unidad, la paz y el equilibrio natural, guiado por la autoridad femenina de la emperatriz.

Así, su utopía responde a lo que Maria Antònia Martí Escayol describe como «una mirada tras las bambalinas del siglo XVII», donde la autora reescribe los paradigmas científicos, políticos y de género desde la imaginación especulativa.

A continuación, se enumeran algunos elementos utópicos de El mundo resplandeciente (listados por orden de aparición en el texto).

Utopía de unidad, razón y paz

  • Unidad lingüística y política: Existe una sola lengua y un único soberano, lo que asegura «una continua paz y felicidad». La homogeneidad lingüística y la obediencia al emperador eliminan conflictos internos y externos (p. 67).

  • Arquitectura y esplendor material: Las ciudades de mármol, ámbar o coral reflejan la belleza y perfección del sistema utópico (p. 68).

  • Sociedad sin comercio monetario: El trueque reemplaza la moneda, evidenciando una economía basada en la suficiencia y la cooperación (p. 71).

  • Diversidad física y simbólica: Los habitantes, de colores y formas diversas —hombres-oso, hombres-pez, hombres-araña y muchos otros— representan una naturaleza plural pero ordenada, expresión de una cosmología armónica (p. 71).

  • Organización científica y racional: Cada especie cumple un rol según su naturaleza: filósofos, astrónomos, químicos o políticos. Este orden funcional encarna una sociedad ilustrada, regida por el conocimiento (pp. 71–72).

  • Gobierno monárquico y divino: Los habitantes defienden que «igual que era natural para un cuerpo tener solo una cabeza también era natural para un cuerpo político tener un único gobernante». La figura del emperador se asocia a la de Dios, reflejando un orden celestial (p. 72).

  • Religión unificada: Todos veneran «a un solo, eterno y omnipotente Dios», sin divisiones doctrinales. La uniformidad religiosa simboliza la cohesión espiritual del mundo (pp. 72–73).

En conjunto, El mundo resplandeciente ofrece una utopía de unidad, razón y paz, donde la ciencia, la virtud y la autoridad femenina convergen en un enfoque alternativo del orden cósmico y humano.

La ilusión de la realidad

Margaret Cavendish concibe la realidad como una construcción mutable determinada por la inventiva. Según Maria Antònia Martí Escayol:

Con esta ontología la imaginación tiene el poder de cambiar el entorno a partir de la tensión dinámica entre quien imagina y su realidad, es decir, en el trasfondo está la siguiente idea: la realidad es una construcción; lo que vemos es una ilusión (p. 46).

Esta concepción atraviesa toda la estructura del libro, donde lo textual y lo material se confunden, hasta el punto de que «lo textual es real» y la identidad se define «a través del espectáculo y la representación».

En palabras de Martí Escayol:

En este ejercicio de creación se dinamita la relación entre autor, obra y personaje y aflora cierto procedimiento narrativo del mise en abyme, del relato dentro del relato (p. 46).

De modo que «los mundos del universo del Mundo Resplandeciente son tan infinitos como personajes puedan existir imaginando dentro de estos mundos». Cavendish presenta así una visión del mundo donde la percepción, el conocimiento y la identidad emergen de la interacción entre mente y entorno.

Ficha técnica del libro

  • Título: El mundo resplandeciente
  • Autora: Margaret Cavendish 
  • Editorial: Siruela
  • Año de edición: 2017
  • Lugar de edición: Madrid
  • Traducción y estudio preliminar: Maria Antònia Martí Escayol
  • Ilustración de la cubierta: Thomas Barwick
  • N.º de páginas: 194

Episodio de los telescopios

En la novela, esta idea se manifiesta en el episodio de los telescopios: la emperatriz ordena su destrucción al concluir que «vuestras lentes son informantes falaces que en lugar de revelaros la verdad engañan a vuestros sentidos» (p. 82).

La visión, supuestamente instrumento de verdad, se revela ilusoria. Como señala Cavendish, «ni el ojo ve lo real, ni el campo de visión es ilimitado» (p. 41); por ello, la creatividad ocupa el espacio entre lo observable y lo inobservable.

En definitiva, El mundo resplandeciente configura un universo en el que la materia y la mente se entrelazan, y donde la ficción no es un escape, sino un modo de conocimiento. La realidad, en Cavendish, no se descubre: se crea.

Mi opinión

Como mencioné al inicio de esa entrada, El mundo resplandeciente cierra el ciclo «Obras utópicas y simbolismo» que incluye narraciones tan notables como Utopía de Tomás Moro (1516), La ciudad del Sol de Tomasso Campanella (1623), Nueva Atlántida de Francis Bacon y El otro mundo de Cyrano de Bergerac (1957/1662).

Margaret Cavendish propone una de las utopías más singulares del siglo XVII, donde la autora trasciende el esquema social o político para elaborar un universo simbólico que fusiona ciencia, filosofía e imaginación.

A diferencia de las utopías renacentistas de Moro o Campanella, Cavendish proyecta un mundo interior donde la creación misma es un acto de soberanía. Su historia dialoga con el sentido esotérico de la utopía que describe Federico González2, ese «Eterno Presente» en el que pasado y futuro se disuelven en una totalidad simbólica (nota 51, p. 63).

La utopía de Cavendish no busca instaurar un orden ideal en la Tierra, sino revelar la correspondencia entre mente y materia, entre lo visible y lo imaginado. A tal efecto, coincide con lo que Maria Antònia Martí Escayol denomina una ficción en la que «lo textual y lo material colapsan, sugiriéndose que lo textual es real» (p. 46).

El mundo resplandeciente es, por tanto, un espejo simbólico del proceso creativo y del poder de la imaginación para construir realidades. Cavendish transforma la utopía en un espacio de conocimiento, donde la visión interior reemplaza a la literalidad política y la creación se convierte en una forma de eternidad.

—Por tanto, considero que El mundo resplandeciente es una utopía…

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¡Nos vemos en el próximo post!

CRISTINA R. YEBRA
/Autora de utopías


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